El jet lag es uno de esos términos ampliamente utilizados hoy en día, especialmente por la juventud, pero que muchas personas no tienen del todo claro. Se usa principalmente en el mundillo de los viajes y turismo, y se trata de una especie de desajuste del “reloj natural” del cuerpo, con respecto al horario real.
Para ser más precisos, ocurre normalmente con los vuelos largos que involucran recorridos de grandes distancias (sobre todo los que cruzan océanos). La persona se adecúa a un huso horario y su organismo así lo interpreta, regalándose a sí mismo gracias al ritmo circadiano. Pero cuando se viaja a lugares tan lejanos, se debe hacer una “readaptación” a los nuevos horarios, y esto genera incomodidad y malestar.
Por ejemplo, la hora en la que sientes sueño se distorsiona un poco, comienzas a sentir hambre a destiempo, te dan dolores de cabeza y te agobia un malestar generalizado sin explicación. Todo esto son señales de que estás lidiando con ese molesto jet lag, y debes conseguir la manera de eliminarlo por tu propia comodidad y bienestar.
Cómo lidiar con ello
El primer consejo que vamos a darte es probablemente uno de los más lógicos pero también importantes: intenta descansar de la mejor manera posible. Y es que justamente el cansancio es uno de los protagonistas principales de esta incómoda sensación, así que puedes buscar la manera de dormir adecuadamente en los días previos a tu traslado.
Durante el viaje también puedes hacer lo posible por coordinar tu horario con el del sitio al que vas a llegar, para que el primer choque no sea tan fuerte. Es decir, si sabes que cuando llegues a tu destino será de noche, intenta adecuar tus horarios para que al llegar ya tengas sueño y puedas “entrar en la dinámica” del lugar.
Otro recurso por el que puedes optar es el de evitar estresarte o sentir ansiedad. Sabemos que a simple vista no parece tan grave, pero un vuelo de nueve o diez horas puede llegar a ser realmente agobiante y esto no hará más que empeorar tu situación. Por lo tanto, te recomendamos que recurras a tus métodos antiestrés favoritos: puedes leer un libro, escuchar música o sencillamente intentar mantenerse activo cuando te sientas tenso (ve al baño o intenta dar algunos pasos en el pasillo).
Sé realista y llevalo lo mejor que puedas
Finalmente, debes ser consciente de que es algo que inevitablemente pasará, así que no te impacientes si en un par de horas no estás fresco como una lechuga. Sigue nuestros consejos y el impacto será considerablemente menor, pero también debes entender que tu cuerpo no es una máquina que pueda adaptarse a cualquier cosa al instante, así que dale algo de tiempo para que asimile el proceso y sé consciente de que todo va a estar bien.